miércoles, 13 de abril de 2011

Niños de la India en El Periódico

Artículo sobre Niños de la India en El Periódico de Catalunya:


Miércoles, 13 de abril del 2011
HELENA LÓPEZ
BARCELONA

Pedro Almeida, Pablo Biosca, Alejandro López y María José Ruiz tienen, a bote pronto, dos cosas en común: viven en Barcelona pese a no ser barceloneses de nacimiento y tienen menos de 30 años. Y, una tercera, que es la que les hace particulares: han creado, pese a su corta edad (y todavía más escasos recursos), la oenegé Niños de la India, entidad que, en solo un año, ha conseguido financiar los estudios universitarios completos a 31 jóvenes del estado de Karnataka, al sur de la India. «Trabajé dos años en dos productoras de publicidad, pero, tras viajar a la India, me di cuenta de que lo mío no era aquello y decidí crear la asociación. Pensaba que, solo con lograr pagar los estudios a un solo chico, ya me daba por satisfecho, y ya hemos financiado 31 carreras», apunta Pedro, el ideólogo de la pionera iniciativa.

Pablo, otro de los más activos miembros de la entidad, conoció el proyecto gracias el anuncio que colgó Pedro en Hacesfalta.org. «Había estado un año viviendo en la India con una beca y no quería perder el contacto. Vi el anuncio de Pedro y me pareció muy interesante. Sobre todo la idea de un funcionamiento tan transparente», explica Pablo. Y que, por su naturaleza, la oenegé invierte cero euros en infraestructura. «Los gestores somos voluntarios y el 100% del dinero que recaudamos de los socios y padrinos, actualmente 29, se envía a la India», subraya.

«Al contrario de lo que pasa aquí, en la India tener estudios universitarios te cambia la vida. Nosotros trabajamos en una zona rural en la que una persona que trabaja en el campo puede ingresar 300 euros anuales. Estudiando Comercio, por ejemplo, un joven puede trabajar en un banco e ingresar esa misma cantidad de dinero cada mes», revela Pablo. Pedro apunta que la idea de crear aquí una oenegé dedicada a financiar estudios a jóvenes sin recursos de allí surgió al constatar esa realidad. Por un lado vio «el gran poder transformador de la educación en un país como la India», y, por otro, que las carreras allí tienen un coste mucho menor que en España, lo que le hizo pensar que era posible «con muy poco, hacer mucho».

Y, de momento, así se está demostrando. En el año que llevan funcionando y con solo 20 socios y nueve padrinos -personas que pagan la carrera completa de un joven indio, lo que cuesta de media unos 300 euros- han ayudado ya a 31 chicos «y chicas», precisan los jóvenes poniendo énfasis en que uno de sus objetivos es combatir la desigualdad de género. «Cada semestre mandamos a los padrinos las notas de los becados y, si lo desean, también pueden estar en contacto tanto por como por mail, con los que hablan inglés, claro», explica Pablo con energía.

Entre los objetivos de Niños de la India está, justamente, mejorar la comunicación entre padrinos y apadrinados, ahora bastante lenta, ya que depende de que la asociación con la que trabajan allí -la encargada de seleccionar a los estudiantes, todos con brillantes currículos en el bachillerato y con dificultades económicas graves- traduzca las misivas del kannada.

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